El vino y la música han estado estrechamente ligados en la historia de la humanidad. Y realmente se disfruta una copa de vino junto a unas melodías. Pero…hay beneficios, más allá del momento, para la bebida y para quien la consume? Mito o realidad?
Cabe aclarar en este primer párrafo, que este contenido analiza aspectos de la música relacionada con el vino tanto en bodega, es decir procesos de elaboración y crianza y también, con el consumidor ya sea en el ámbito de su hogar o en restaurantes.
Dicho esto, entramos en tema…
El vino y la música han estado estrechamente ligados en la historia de la humanidad. No pretendo establecer una relación antropológica entre ambos, ni analizar la repercusión que ha tenido en letras de canciones pero sí voy a intentar sumergirme, entre copa y copa, en el apasionante mundo del maridaje perfecto entre ambos. Por eso, desde ya te pido que me acompañes a elegir un vino y la canción que potencia su sabor para cuando termines de leer esta nota. 😉
El arte de disfrutar bebiendo vino está, más veces de lo que imaginamos, al alcance de nuestros bolsillos; además, se adquiere con la madurez. Basta con ir adiestrando poco a poco el paladar y tener cierto olfato. A todo esto, y si me lo permitis, añadiremos un buen maridaje sonoro para hacer las delicias de una velada sin precedentes. Solos o en compañía, el placer de abrir una botella de vino, dejarla reposar unos minutos mientras colocas tu cd o vinilo, o simplemente das play a tu reproductor con tu música favorita, se convierte en un ritual cargado de simbología, un viaje repleto de nuevas sensaciones para nuestros sentidos. Pero, para que todo adquiera aún más cuerpo, repasemos un informe realizado por la Universidad Heriot Watt de Edimburgo, dirigido por el profesor Adrian North. El estudio confirma científicamente que la música afecta la percepción en nuestros sentidos y puede cambiar el sabor que sentimos del vino, según el tipo de sonidos que escuchemos en ese momento. La investigación establece, además, que hay una música indicada para disfrutar mejor cada vino.
Los resultados obtenidos confirman que la música influye en el gusto y esto podría tener una muy buena influencia para la música funcional en los restaurantes. Al parecer, con una música fuerte y poderosa como podría ser Carmina Burana, de Carl Orff, una copa de Cabernet Sauvignon se percibe un 60% más fuerte, rico y robusto que cuando no hay música en el ambiente. Valgan como ejemplo algunas de las sugerencias musicales del citado informe. Para el Cabernet Sauvignon, entre otros: Jimi Hendrix, sobre todo el tema All Along the Watchtower; Honky Tonk Women, de Rolling Stones; Live And Let Die, de Paul McCartney y Wings; o Won’t Get Fooled Again, de The Who.
Pero si tu gusto pasa por disfrutar un Merlot, la mejor opción es recurrir al clásico Sitting on the Dock of the Bay, interpretado por Otis Redding o algunos temas de Tom Jones. En el caso de un Chardonnay, la sugerencia es que resulta mejor acompañarlo con el tema Atomic, de Blondie, o Spinning Around, de Kylie Minoge. Y si elegis un buen Syrah, lo más recomendable es dejarse llevar con el Nessun Dorma,de Puccini, o Carrozas de Fuego, de Vangelis. O el último álbum de Lady Gaga, si preferis degustar las excelencias de un Pinot Gris.
La investigación basada en la teoría cognitiva establece que la música estimula áreas específicas del cerebro, preparándolo para que responda de cierta manera ante el vino y favorezca su sabor al paladar. Así que, en este momento, que levante la mano quien no haya acompañado el maridaje de ese vino que tanto le gusta con su disco favorito o simplemente por el simple placer de ponerse una banda sonora para aumentar la percepción sensitiva entre gusto y oído. Momentos muy propicios para la temporada otoño–invierno que estamos viviendo. Vino y música han construido un atractivo universo donde, además de la importancia de su añada, cepa o denominación de origen, cobran una especial relevancia la forma de la botella, su nombre, cada vez más atractivos y poéticos, y sus etiquetas, cada vez más cuidadas y elegantemente diseñadas por artistas emergentes o conocidos; en muchos casos, verdaderas piezas de coleccionista que no hacen más que realzar el poder del vino y el arte.
Vinos que bailan al ritmo de la música
Hay situaciones que fueron detonantes para que comenzara a investigarse sobre la relación entre la música (o, más bien, las ondas sonoras) y su influencia en el vino. ¿Es que las ondas sonoras de una música determinada pueden influir en la crianza de un vino, en la forma en que sus sabores y texturas se entrelazan entre sí? O, mejor todavía, ¿es que el carácter de un vino puede transformarse por el tipo de música o por la intensidad de esas ondas sonoras, hasta convertirse en un vino distinto luego de haber «escuchado» lo que escuchó?
Los experimentos aún hoy están en curso, pero sus resultados -de ser posibles- podrían cambiar la idea que tenemos de sentido de lugar e, incluso, del valor que tiene el ser humano en el proceso de producción de un vino.
La idea es extender el efecto de la vibración al consumidor, poniéndolo en ‘sintonía’ con el vino mediante la emotividad de la música. Así, cada pieza musical podría estar definida con un ‘oído’ para el vino y con el otro para el consumidor. Algo así como ponerlos en frecuencia, y tratar de comunicar lo que el enólogo siente cuando degusta.
Otro estudio diferente al que te mencioné antes de la Universidad de Edimburgo, alude a un trabajo de la Universidad de Texas: «La influencia de la música de fondo en espacios de compra de vinos: música clásica vs. la lista de las 40 canciones más escuchadas», dieron como resultado que, al escuchar música clásica, la gente -por asociación con un gusto más sofisticado- tendió a gastar más dinero en vinos que al escuchar los temas pop.
La música, tal como el vino, crea asociaciones mentales, trae recuerdos, hace viajar a lugares, hace pensar en cosas que de pronto parecen fotografías emanando de un parlante o de una copa. Cada uno de nosotros, por cierto, tiene sus propias imágenes mentales, con las que uno vive, con las que se siente más cercano. Entonces, no es nada raro que ante la presencia de una música en particular, el vino nos parezca de una forma determinada. Sin embargo, hay que destacar que el vino -ante una determinada música- solo se sintió distinto, no mejor.
Y para dar un ejemplo concreto, en la bodega Domaine San Diego, de don Ángel Mendoza y familia, me consta que está presente en forma permanente en un proceso de «play» 365/24 tanto en la cava, con música clásica mayoritariamente, y en el resto de la bodega, con una selección musical variada. Incluso, ha sido tema de charla con don Ángel, en una de mis visitas, en la cual él me explicaba que sin dudas la música tiene efectos en el vino. ¡Y por supuesto, en nosotros…los «disfrutadores» del vino y de la música!
Y ya para finalizar, te invito a que comentes cuál es tu maridaje preferido entre momento/música/vino. Con esas respuestas, y las que también tomaré desde las redes sociales de #NacionVino, se engrosará la playlist para que todos disfrutemos de momentos maravillosos en torno al vino y la música. ¡Salud y buenas melodías para tu vida!